Hay lugares que son especiales, pero no especiales por si mismos, sino especiales para una persona, en un momento concreto y en una situación particular. Cuando se combinan las circunstancias adecuadas, un lugar se convierte en un santuario de recogimiento, de situarse en ese límite tan delicado que todos llamamos "encontrarse a sí mismo"... Son lugares que te impactan de manera directa, que te conmueven profundamente y donde querrías pasar horas, días, meses, años, una eternidad... son lugares donde te fusionas con los elementos y te fundes en el espíritu reinante, donde sientes realmente que formas parte de aquello que se ha llamado Gaia...
A lo largo de mis viajes he encontrado varios lugares en situaciones particulares que me han conmovido y que han quedado registrados en mi cuaderno de bitácora de vida. Son lugares y momentos de profundo recogimiento personal de los cuales saqué conclusiones rotundas y sólidas, a las que recurro de vez en cuando para ordenar ideas y mantener el timón. Habitualmente para mi estos son lugares de naturaleza abierta, salvaje, enorme, ajena a la cotidianidad... Pero hay un lugar en el remoto Kyoto que sumé a esta colección de "mandalas" personales: Fushimi Inari Taisha...
He visitado este santuario sintoísta dos veces: en 2000 y en 2010. La primera vez que lo visité quedé impactado, envuelto en la luz roja reflejada reinante en los interminables senderos. Conmovido al borde del síndrome de Stendhal... La segunda vez iba con temor de que se me disgregara aquel sentimiento del que me empapé la primera vez, con aquellas dudas de volver a visitar un lugar especial por si se pierde la magia que lo envolvía... Pero no. Fushimi Inari Taisha me recibió con los brazos abiertos, envolventes, con su espiritualidad, con su cariño, dándome todo lo que yo buscaba, como un viejo maestro que disfruta enseñando.
Ambos encuentros se produjeron en momentos importantes de mi vida, con dos personas muy importantes para mi... y en ambas visitas encontré respuestas a preguntas perdidas, aquellas preguntas que sabes que te tienes que hacer pero que nunca te atreves...
Quizás deba hacer una visita de nuevo a este lugar y perderme por sus interminables caminos. Quizás deba volver a bañarme en la luz roja reflejada ... quizás deba visitarme de nuevo a mi mismo...