danzar sobre mi cabeza, ajena a todas las locuras del mundo. Serena, señorial. Me gustaba aullar en silencio. Me gustaba bailar desnudo de clichés y dejarme llevar por sus movimientos.
Y en nuestra última cita, ella acudió... me susurró al oído mientras se acercaba, como una ballena serena de limpios movimientos en el océano. Me llamó en silencio, me invitó a bailar mientras yo desnudaba mi espíritu para fusionarme con ella. Me dejó disfrutar de su danza. Bailó, me acarició, me envolvió, me besó y me elevó por los aires... Lágrimas congeladas, esta vez serenas, de plenitud. Fiel a su cita, en su máximo esplendor...
No hay comentarios:
Publicar un comentario